Shakespeare juega al metateatro y en La Tormenta, su protagonista, Pròsper, que ha espiado el comportamiento de los náufragos en su isla como si fueran ratas de laboratorio, se dirige al público para pedirle el aplauso. Y que este público lo libere de la ficción que de alguna manera él ha creado. En este caso, Pròsper es consciente de ser el observador observado. O quizás tendríamos que decir el soñador soñado.
Una producción propia del Teatro Rialto que estará en cartel hasta el 13 de marzo.
Pot interessar-te / Puede interesarteHollywot
Melòmans, se canta pero no se toca
La copla en esencia
El humor de mi vida
La comèdia de la vida